lunes, 8 de febrero de 2016

Vamos que es Carnaval

Vamos que es carnaval

"Vamos que es carnaval, decía mi Madre"

Hacía poco que nos habíamos mudado a la casa de mi Abuela, en el Pasaje Echeverría 5525 (Villa Real, CABA) y llegó el carnaval, yo seguía extrañando la casa donde vivíamos en Alpatacal 644 (Parque San Martín, Merlo, Buenos Aires), era una casa con habitaciones grandes, yo tenía la mía y era gigante, claro para una nena de 6 años y medio todo es gigante, además la casa tenía un terreno de 40 metros, con arboles frutales y un gallinero,  yo tenía a mis amigos con quienes salía a jugar por la tarde, Marina, Tony, Andreina, Beto y Omar, con Beto éramos muy compinches así que este carnaval, me ponía triste,  me costaba adaptarme al barrio y a los chicos del barrio, hacer nuevas amistades no era lo mío, además era la ciudad, si bien la calle todavía era de tierra cuando vine a vivir, la ciudad hacía parecer a todos como que tenían otros códigos.

A Mamá le encantaba el carnaval y ver las comparsas, en el corso de Beiro y Lope de Vega, es más las murgas dejaban sus micros estacionados en el barrio, a veces en la cuadra y nosotros los veíamos bajar e ir al corso, eran tiempos donde todavía nos sentábamos en la vereda en las noches de verano, así que Mamá me arrastraba al corso, por las noches, el cual yo padecía, por el nivel de agresión que había, los chicos y los adultos te tiraban esas espumas insoportables en los ojos, el agua con perfume a no se que, o te pegaban con algún elemento que era común en esos tiempos, no entendía eso, pero bueno, Mamá lo disfrutaba, sólo me divertía cuando subían al escenario las murgas, la gran mayoría estaban compuesta por mujeres y hombres adultos, no se veían chicos, como vemos hoy en las murgas barriales, recuerdo que ahí vi por primera vez, una comparsa sólo de hombres vestidos de mujer, así supe que era un travesti, esa fue la comparsa más divertida de esa noche.

Yo seguía sin hacer amigos, para jugar por las tardes al carnaval, como jugar en una casa ¿donde no había lugar para esconderse?, todo era tapias altas, patios de baldosas y cemento, el pequeño jardín de casa, ahí mi abuela tenía sus plantas, así que imposible, en la otra casa, estaban las tapias bajas, lo parques te metías en la casa de uno y otro y no importaba, acá no podías hacerlo, ¿donde esconderse?.

Con los años, sólo con los años, cuando crecí me hice algo amiga del carnaval, quizás porque íbamos en barra, a los bailes de carnaval que se hacían en el Club La Madrid, en Devoto, el que está a una cuadra de la Cárcel y todos nos juntábamos por la tarde a jugar entre nosotros, en la cuadra del pasaje que era la menos transitada por los autos, sólo parábamos cuando ya, nos quedamos sin las bombitas de agua y debíamos volver a llenar, o cuando pasaba el patrullero y el carnaval estaba prohibido, por la junta militar de esos tiempos, nosotros todos mojados, nos sentábamos en el cordón de la vereda a las tres de la tarde, como si nada, sólo nos miraban y seguían, sabíamos que volverían a pasar así que estábamos atentos, creo que cuando comprobaban que sólo éramos adolescentes que jugábamos entre nosotros, no volvían a hacerlo.

Después me mude a Villa Raffo, Tres de Febrero, Buenos Aires, a pocas de donde me críe, crecí y el Carnaval se volvió un recuerdo lejano, que a pesar de los feriados de carnaval de los últimos años, sigo descubriendo que los chicos no juegan, a los corsos, por supuesto que no voy.

Vamos que es carnaval y nos tomamos unas pequeñas vacaciones de la rutina diaria.

Stella Maris Leone Geraci

Artista Plástica, Fotógrafa, Escritora


IV - Poesía

IV - Poesía

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