Hoy... El pasaje Echevarría
Cada tanto cuando el vacío se apodera de mí, suelo caminar por el pasaje Echevarría, en el Barrio de Villa Real, pegado a la General Paz, a veces necesito volver a encontrarme con la niña que fui y a veces con aquellos que ya no estan, caminar por esa cuadra, hace que mis recuerdos se vuelvan a flor de piel, entonces vuelvo a ser la niña que jugaba en la calle sin preocuparse por la vida, por qué para esa época la vida era sólo un adverbio de tiempo que no entendía, todo se reducía en jugar y correr por el pasaje, cuando fui a vivir ahí, todavía su calle era de tierra, tenía zanja a los costados, cuando el asfalto llegó los chicos nos metíamos en el espacio que dejó la excavadora, donde las más grandes aventuras se dieron lugar, y nosotros lo chicos fuimos los primeros en estrenar el asfalto, con grandes carreras, rondas, y partidos de fútbol, hasta que se habilitó al tránsito, igual seguían las aventuras, sólo se detenían cuando alguien gritaba auto, vivía en una casa chorizo, esas que se iban construyendo una habitación al lado de la otra, donde mi abuela vivía al fondo, en la construcción original y siempre me contaba que desde la puerta de su cocina veía a mi abuelo bajar del colectivo en Beiró y Lope de Vega, cuando ellos fueron a vivir al pasaje Echevarría recién se vendían los terrenos y eran pocas las familias en el barrio, la abuela sentía un gran orgullo, de ser de las primeras en vivir el Barrio.
Antes de vivir en el pasaje Echevarría mis Padres y Yo vivamos en Merlo, provincia de Buenos Aires, en una casa grande con gallinero y árboles frutales, por esas cosas de la economía nos vinimos a vivir a una pieza y una cocina, con el baño compartido, que para ir de un ambiente a otro, debías salir al patio hasta después de bañarte, aunque fuera invierno o lloviera, que a pesar de tantas cosas, yo vivía en un mundo encantado.
Por eso cuando el vacío se vuelve amargo, voy a caminar por el pasaje Echevarría, algunas casas todavía se conservan igual, otras cambiaron su fachada, la que fue la casa de mi abuela en el 5525, fue vuelta a construir después de su venta, y sólo queda de la casa mi recuerdo y algunas fotos, a veces me encuentro con algún vecino que se crió con mi mamá en el barrio y me conoce de pequeña, con el que cruzó algunas palabras, esas que tratan de saber de uno, el caminar por el pasaje Echevarría hace que los viejos recuerdos aparezcan como en una película donde el pasado y el presente se unen, hasta tengo la sensación de estar corriendo por el pasaje Echevarría y el vacío se vuelve dulce.
Stella Maris Leone Geraci
Artista plástica, Fotógrafa, Escritora