8 de Diciembre
Vamos que
hoy es el día, de la Inmaculada Concepción, vamos que hoy es el día que armamos
el arbolito, y el pesebre.
Son estos días en los que el año finaliza, que todos
nos encontramos en los saludos, en los brindis y en las compras, en las
alegrías y en las tristezas personales, en el dolor y en el gozo, cada uno de
nosotros a nuestro modo, vivimos nuestro propio mundo, donde somos los reyes y
los plebeyos, pero igual nos damos el tiempo para la tradición colectiva,
algunos las fuimos desechando a lo largo de los años, por cansancio personal,
por no seguir el comercio instaurados por estos tiempos, porqué la fe decrece,
porqué la fe aumenta, por….Y ahí vamos, a armar nuestro árbol de plástico, con
adornos que tratan de ser lo más bello y acorde a la decoración de nuestro
hogar.
No, nos olvidemos que si pasaron siete años, debemos
cambiar el árbol, como si fuera importante, quien dijo que debemos renovarlo
cada siete años, un número tan místico en tantas culturas, algunos creen que es
un número de la buena suerte, otros que simboliza los siete pecados capitales,
los días de la semana, los planetas (consideradas estrellas por los pueblos
antiguos); para la biblia es un número perfecto, los siete brazos del
candelabro sagrado judío, los sacramentos, los primeros minerales conocidos,
los siete dolores de María y tantos otros.
Volviendo a María, como la llamo a mi Madre (como
buena Mariana que soy desde que tengo 14 años, dos veces 7), hace un tiempo no
armo el tradicional pesebre, por lo grande de tantas piezas que le fui
poniendo, lo tengo desde que era una niña, y el árbol se rompió hace tanto, que
decidí no comprar uno, así que el ficus que está en la puerta cumple la función
árbol navideño durante un mes.
Hace unos años que voy variando el pesebre por un
pequeño altar simbólico al modifico algunos objetos año tras año, voy a
describir que objetos y figuras puse este año elegidas en forma intuitiva y
aleatoria, una carpeta de tela de algodón bordada por mi Madre que siempre
poníamos para las fiestas, la imagen de María Inmaculada, dos Ángeles Custodios,
un espejo para que refleje y multiplique mis ofrendas, una foto mía y de una
persona amada, un cuenco con agua y flores, gemas, plumas, velas, luces
navideñas con forma de ángeles, flores secas, incienso, mirra, como ofrendas;
todos los elementos están representados, la tierra, el aire, el agua y el
fuego, un llamador de ángeles, para cada día invocarlos e invitarlos a formar
parte de mi hogar.
Arrastramos nuestros propios rituales, aquellos que
heredamos de generaciones anteriores, pero también arrastramos rituales que nos
fueron pasados en el ADN, a través de los tiempos, es tiempo de empezar cada
uno de nosotros, con nuestros nuevos rituales, muchas de las gemas que elegí
para el altar son azules, el color de María, también el color del Arcángel
Miguel, es un color de protección, que rige nuestro chacra garganta, la
comunicación, la intuición, es el puente entre el mundo físico y el espiritual,
si me preguntan porqué lo elegí, sólo puedo decirles que ese era el color que
debía estar presente.
A veces la mejor manera de soltar, aquello que
traemos de tantos años, es empezar con nuestros propios rituales.
Stella Maris Leone Geraci
Artista Plástica, Fotógrafa, Escritora